Copacabana Danza: Segundo Encuentro Municipal de Danza.
- Hablemos Copacabana
- 28 abr
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Actualizado: 8 may
El pasado domingo 27 de abril, mientras la mañana apenas despuntaba entre cielos grises y promesas de lluvia, Copacabana comenzaba a latir al ritmo del arte. En silencio, con la concentración de los que aman profundamente lo que hacen, organizaciones y colectivos de danza afinaban los últimos detalles. Era el día del Segundo Encuentro Municipal de Danza, una cita pactada entre corazones que celebran la diversidad del movimiento.
La tarde no prometía un clima complaciente. De hecho, la lluvia, tímida primero y luego más decidida, quiso desbaratar el entusiasmo. Pero quienes danzan saben que ni el agua, ni el viento logran apagar una pasión que brota desde los pies y se extiende como corriente viva. A las cuatro en punto, como estaba previsto, comenzaron a llegar uno a uno al icónico puente de Calicante, ese testigo silente de tantas memorias, a un costado de la antigua Imusa, los rostros sonrientes, los trajes cargados de color, la energía vibrando en el aire húmedo.
La corporación Folclórica Tierra Antioqueña, Academia Artística Tierra Antioqueña, el Grupo Élite, la Fundación Nedisco, La Corporación Escaladores Hacia el Futuro, Warriors Academy, Grupo Junior Tierra Antioqueña, Danse Voler, Ancestro Colombiano, Palenqueros de Curazao Grupo de zanqueros y los grupos de proyección de la Casa de la Cultura, todos convergieron en un mosaico viviente de tradiciones y sueños. A su alrededor, madres, padres, hermanos y amigos, convertidos también en artistas de la celebración, acompañaban el desfile que poco a poco se tomaba las calles.
No fue una toma cualquiera. Era una afirmación colectiva: Copacabana danza, siente y resiste. Y aunque algunos conductores, atrapados en el inusual tráfico, mascullaron su impaciencia, ese "taco" tenía una causa noble: las calles se entregaban, por un instante, a la cultura viva, esa que a veces parece relegada a los márgenes, pero que hoy ocupaba el centro.
El recorrido, entre bambucos y sainetes, entre risas, miradas y aplausos, desembocó en el Complejo Educativo de Copacabana, un lugar que hoy respira sueños de educación superior y, esa tarde, se volvió también un templo de música y movimiento. Grupo tras grupo, número tras número, demostraron que el talento en Copacabana no es una excepción, sino una regla.
Pero el arte no solo se manifestó en pasos y coreografías. Desde la tarima improvisada, los integrantes de la Mesa de Cultura lanzaron un llamado claro: que el municipio reevalúe el porcentaje de la Estampilla Procultura, que hoy no alcanza para cubrir las verdaderas necesidades de la creación artística local. Que sea un 2% real y no simbólico, porque el arte, ese arte que esta tarde desbordó calles y corazones, necesita algo más que pasión: necesita recursos, espacios dignos y herramientas.
El mensaje quedó suspendido en el aire junto al eco de las canciones, como promesa y como reclamo. Porque en Copacabana reina el arte, y sus artistas, niños, jóvenes, adultos y mayores, tienen derecho a un desarrollo cultural integral que no dependa de la suerte o de esfuerzos aislados.
Bajo un cielo que terminó por abrirse en tímidos claros, Copacabana bailó. Bailó para decir que está viva, que sus calles también pueden ser escenario y que su gente, esa "gente bonita" como muchos la llaman. sabe transformar incluso un domingo gris en una fiesta de esperanza.
Fotografías por: Daniel Pérez

























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