"A un pedalazo del peligro: la realidad de los ciclistas en la vía"
- Hablemos Copacabana
- 8 ene
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La ciudad, un hervidero de metal y asfalto, se transforma cada instante. Automóviles, autobuses y motocicletas protagonizan una danza frenética, reclamando su propio espacio en la jungla urbana. En medio de este caos, una figura silenciosa y frágil intenta hacerse oír: el ciclista.
Con cada pedalada, el ciclista reivindica su derecho a la vía, compartiendo el espacio público con los demás vehículos. Sin embargo, esta convivencia está lejos de ser pacífica. Bocinas ensordecedoras, avances agresivos y conductores que ignoran su presencia ponen en peligro a quienes eligen un medio de transporte sostenible y saludable.
En Colombia, el panorama es preocupante. Según cifras recientes, cada día mueren en promedio dos ciclistas en el país por accidentes de tránsito, y más de 500 al año. La mayoría de estos siniestros ocurren por el irrespeto a las normas de tránsito y la falta de infraestructura adecuada. A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cerca de 41.000 ciclistas mueren al año en las vías, víctimas de un sistema de movilidad diseñado principalmente para los vehículos motorizados.
He sido testigo de historias que reflejan esta tensión. Recuerdo a Ana, una joven profesional que sufrió una caída de aparatos cuando un conductor la rozó por detrás en una vía secundaria. Sus fracturas físicas sanaron, pero las emocionales persisten. Ana dejó de usar la bicicleta, y su historia es una entre millas que evidencian la falta de respeto por los ciclistas en Colombia y el mundo.
Sin embargo, también hay luces de esperanza. Bogotá, con más de 500 kilómetros de ciclorrutas, lidera iniciativas para fomentar la cultura ciclista. Movimientos ciudadanos y campañas de concienciación buscan educar a conductores y ciclistas.
A nivel internacional, ciudades como Ámsterdam y Copenhague han demostrado que es posible priorizar la bicicleta con infraestructura segura y políticas públicas inclusivas.
El reto está claro: la convivencia en las vías exige respeto mutuo y responsabilidad.
Los ciclistas deben seguir las normas de tránsito, portar cascos y elementos reflectantes. Los conductores, por su parte, deben reducir su velocidad, respetar el metro y medio de distancia al adelantar y recordar que detrás de cada bicicleta hay una vida.
En un mundo donde la movilidad sostenible no es una opción, sino una necesidad, la bicicleta se convierte en un símbolo de esperanza. No solo es un vehículo, es una herramienta de cambio, de salud, de lucha por ciudades más humanas y menos contaminadas. Que el respeto por el ciclista sea el punto de partida para transformar nuestras calles y nuestras mentalidades.

Por: Sebastian Sandoval @jsebassandoval
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